La ruta puede comenzar en Sigüenza. En la catedral, que era originariamente un templo con traza románica perfecta, quedan pocos restos; algunos canecillos no perceptibles a simple vista y la portada de la nave del Evangelio, cuyas arquivoltas las decoran hojas entrelazadas por sus tallos, buenos trabajos de cestería y una banda ajedrezada.
Lo más interesante en Sigüenza son las portadas de San Vicente y Santiago, con valiosas arquivoltas en sus portadas románicas con motivos similares a los referidos anteriormente de la catedral.
Podemos hacer la primera escala en la villa de Palazuelos para recrearnos en la contemplación de las murallas por las que llegaron a apodar a la villa la Pequeña Ávila: Es obligada la visita al castillo, de los Mendoza, que por estas tierras tuvieron mucho poder. La visita es solo exterior, puesto que es privado y no permite visitas.
Carabias, sin embargo, posee una iglesia cuyos pórticos acodados son de un gran valor artístico dentro del románico. También las arquivoltas de su portada original son de gran interés.
Iglesia de Carabias
No nos olvidaremos de pasar por Pozancos, para contemplar una pequeña iglesia con innumerables tesoros románicos a la vista. Al parecer, en sus orígenes, la iglesia estaba adosada a un convento de gran planta; por ese motivo la ornamentación es en verdad valiosa.
El ábside, medio tapado posteriormente, los canecillos historiados, guerreros con espadas en sus ventanales, los capiteles con bestiarios, la espadaña convertida en torre, la pila bautismal de su interior, etc., hacen de la iglesia de Pozancos una de estas joyas que las rutas oficiales apenas incluyen en sus recorridos pero imprescindible para los amantes del buen románico.
En Atienza tenemos que detenernos por dos razones; porque además de los vestigios románicos el visitante querrá contemplar otros atractivos que la villa ofrece, que son muchos, y porque es hora de reponer fuerzas, seguir la visita por el pueblo y hacer noche. En esto último somos especialistas.
Atienza conserva cinco iglesias con motivos románicos. En un pueblecito de apenas 400 habitantes todavía se levantan dos iglesias más, una renacentista (San Juan del Mercado) y otra que en sus orígenes tuvo traza románica pero que se lo comió el tiempo y la destrucción, y que hoy es un espacio rehabilitado óptimo para eventos sociales de todo tipo (San Salvador). Las restantes iglesias poseen todas ellas elementos románicos, algunos verdaderamente únicos.
La iglesia de San Gil es hoy uno de los tres museos de la población. Solo le queda el ábside románico, pero merece la pena pasear alrededor de él para fotografiar sus piedras decoradas. Su interior es digno de ver, tres naves unidas por gruesas columnas octogonales.
Ábside de la iglesia de San Gil
La Trinidad es el siguiente templo del que también queda el ábside, recorrido por finas cornisas con motivos vegetales y roto por tres ventanas con tres arcos concéntricos de medio punto. Precioso.
Ábside de La Trinidad
En dirección al castillo nos encontramos con la iglesia de Santa María del Rey, obra del siglo XIII. La portada que desde el cementerio da acceso a la iglesia está muy deteriorada, pero es una obra maestra del arte románico, con siete arquivoltas apoyadas en otras tantas columnas por capiteles todo ello ornamentado con personajes bíblicos, algunos de ellos, desafortunadamente, difícilmente identificables.
Arquivoltas de la fachada principal de Santa María del Rey
Si bien la entrada principal es una joya del románico la entrada posterior es una curiosidad muy particular. Es de una sola arquivolta pero tiene grabada en todo su recorrido una misma frase en dos lenguas distintas, antagónicas pero en convivencia, una en árabe y la otra en latín, cuyo texto dice "La permanencia es de Dios".
Aquí terminamos la primera parte de la visita. Hay que comer y dormir. Mañana seguiremos en Atienza para continuar por Albendiego, Campisábalos y Villacadima, con grandes descubrimientos.